Dr. Jorge Agudo
El recordado lĂder y activista sudafricano Nelson Mandela dijo en una ocasiĂłn que “la educaciĂłn es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo”. A lo largo de mi vida he podido constatar la veracidad de esas ilustres palabras. En un mundo en el que abundan los conflictos y prejuicios entre personas y naciones, creo firmemente que muchos de estos pudiesen ser evitados con conocimiento e informaciĂłn. La educaciĂłn no solo nos otorga las herramientas para ejercer una profesiĂłn, lo que ya de por sĂ es un propĂłsito noble, sino que tambiĂ©n amplĂa los horizontes de nuestra mente y nos da la capacidad de entender y celebrar la pluralidad, que nos enriquece como seres humanos.
Este debe ser siempre el rol de la universidad en medio de la sociedad: ser un oasis de sabidurĂa del que las nuevas generaciones puedan abastecerse para convertirse en entes transformadores que combatan la desigualdad, la opresiĂłn, la injusticia y todo lo que atente contra la sagrada dignidad del ser humano. Nosotros, los que tenemos el honor y el privilegio de laborar en la docencia y/o en la administraciĂłn universitaria, tenemos en nuestras manos la posibilidad de cambiar el rumbo de la historia, forjando lĂderes comprometidos con un mejor futuro para Puerto Rico y el mundo. Tenemos tambiĂ©n los sueños de aquellos futuros maestros, mĂ©dicos, abogados, trabajadores sociales y otros profesionales que albergan la ilusiĂłn de ejercer dichas profesiones, para poner sus dones y talentos al servicio de los demás.
La tarea de educar nunca ha sido fácil. Hoy dĂa se suman nuevos retos que pueden parecer intimidantes: el Ă©xodo de puertorriqueños hacia el exterior, las dificultades econĂłmicas que atraviesa nuestro paĂs, los cambios acelerados en la tecnologĂa y la forma en que nos adaptamos a ellos y los utilizamos en beneficio de nuestra labor. Tenemos además el reto de permanecer relevantes ante un mundo que evoluciona a pasos agigantados y, con Ă©l, sus necesidades y las de su gente. Por tanto, es nuestra labor continuar haciendo lo que mejor sabemos hacer: poner toda nuestra pasiĂłn en reinventarnos constantemente para proveer una educaciĂłn de alta calidad y herramientas que capaciten a nuestros jĂłvenes para llevar una vida exitosa y fructĂfera.
Dentro de esta realidad, el TrigĂ©simo Cuarto Senado AcadĂ©mico juega un rol crucial en el logro de la misiĂłn de nuestra instituciĂłn y recinto, proveyendo apoyo en los procesos que llevan al desarrollo de nuevos programas acadĂ©micos de vanguardia y de polĂticas que benefician a toda la comunidad universitaria. Creemos firmemente que cada voz es valiosa e importante y que solo juntos podemos caminar tras los más altos ideales y valores humanos y cristianos, enalteciendo nuestros colores institucionales. Culmino con un fragmento de la bendiciĂłn de San Francisco de AsĂs a fray LeĂłn: “Que el Señor les bendiga y les guarde; les muestre su rostro y otorgue su gracia. Que les mire benignamente y les conceda la paz”. Paz y bien.
Jorge A. Agudo Ruiz
Presidente del Trigésimo Cuarto Senado Académico